Venezuela: Lluvia ácida


Aún Caracas, Maracaibo, Puerto La Cruz, Barquisimeto y Puerto Ordaz no escapan de sus efectos, casi todas las grandes ciudades de Latinoamérica y el mundo sufren de sus cicatrices.

Los edificios, monumentos y grandes obras civiles de infraestructura están marcados por la corrosión y la temprana decrepitud producto de la contaminación atmosférica, incluida la lluvia ácida.

Una mezcla de químicos y partículas producto de la actividad industrial y de la combustión de combustibles fósiles, entran en contacto con el concreto, el hierro, el acero, el vidrio y tantos otros materiales de construcción modernos y empieza una lenta pero segura reacción que va carcomiendo catedrales, puentes y rascacielos.

Lo más probable es que esa lluvia contaminada haya viajado cientos de kilómetros, desde su lugar de origen para iniciar su destructora labor, las contaminantes emanaciones del parque industrial del Estado Bolívar y sobre todo de las refinerías y campos petroleros bien puede viajar con los vientos y depositarse en Caracas.

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Hace un tiempo atrás, hubo que restaurar las esculturas del maestro Narváez expuestas en El Silencio, porque estaban negras de sucio y lo peor, la piedra se estaba corroyendo, la lluvia ácida es uno de los principales enemigos de puentes (el calamitoso estado de muchos de los amarres aéreos del puente sobre el Lago de Maracaibo debe su actual desgaste principalmente por la lluvia ácida) y torres eléctricas, de eso da fe el estado de ruina en que se encuentra mucha de nuestra infraestructura básica por falta de mantenimiento y atención a este problema.

Nuestros autos apenas pueden lucir nuevos cuando los compramos y los sacamos de la agencia, al poco tiempo la contaminación atmosférica y la lluvia ácida les de ese tono opaco y triste, y si eso pasa con la resistente pintura de los carros, imagínese lo que pasa en nuestra piel, o en los bosques, o en un río.

Óxidos nitrosos y dióxido de sulfuro son los principales culpables, las chimeneas industriales que se levantan sobre el suelo son enormes surtidores de contaminantes en las capas bajas de la atmósfera, de allí los vientos se encargan de llevar muy lejos las mortíferas cargas.

Brasil ha reportado extensos daños en sus reservas forestales del Amazonas debido a la lluvia ácida que se forma muy lejos, en sus complejos industriales de Sao Paulo.  En los Estados Unidos se han reportado tormentas que han arrojado sobre Pensilvania lluvias tan ácidas como el vinagre (pH 2.7) y sobre West Virginia se han detectado lluvias con una acidez más fuerte que el jugo de limón (pH 1.5).

En nuestro país se han detectado sembradíos con lesiones visibles en las hojas de las plantas sobre todo en el oriente y algunos investigadores apuntan a la lluvia ácida cuando hay una gran mortandad de peces en nuestros lagos y ríos.

Los famosos “mechurrios” que queman el gas en los campos petroleros y refinerías son fuente altamente contaminante y productores de la lluvia ácida, estudios de la ONU en el Delta del río Níger en Nigeria, dan cuenta de cómo estas emanaciones pueden degradar los ecosistemas y envenenar el agua, creando graves problemas en la cadena alimentaria de la región y con efectos a largo plazo; mediciones que se han hecho en los campos en Alberta, Canadá, indican que estas emanaciones pueden contener hasta más de 250 diferentes elementos tóxicos (según fuentes de The Canadian Public Health Association), algunos como el benzapireno, tulueno, bencina y las dioxinas son altamente cancerígenos, el estar expuesto a estos pululantes, las personas incrementan el riesgo de leucemia y otros desordenes sanguíneos, en nuestro país es difícil determinar el daño que causan estas quemas de gas y petróleo pues todo el aspecto ambiental relacionado con esta industria es tratado como secreto de Estado.

La Agencia de Protección Ambiental de los EEUU (E.P.A) ha determinado que las personas que se expongan a estos contaminantes pueden afectar su salud: “Los estudios científicos han asociado que el respirar estas partículas acarrean problemas de salud, incluyendo: asma agravada, incremento de la tos, dificultad en el respirar acompañado de dolores, bronquitis crónica, disminución de la capacidad pulmonar y muerte prematura.

Uno de los signos más evidentes de la lluvia ácida en los campos petroleros es la rapidez como los techos de zinc se oxidan, lo normal es que duren unos diez años antes que aparezcan señales de corrosión, pero tengo informes que en los estados Anzoátegui y Monagas los techos de zinc apenas duran dos años y hasta menos, piense lo que hacen esas sustancias en los habitantes de las poblaciones cercanas a estos centros de producción.

Los países desarrollados gastan fuertes sumas de dinero para detectar y contener la amenaza, aunque el incremento en la contaminación atmosférica hacen ver el esfuerzo como una batalla perdida.

En Venezuela, todo aquel que tenga una preocupación por no desmejorar su calidad de vida y preservar el ambiente, debe preguntarse y preguntar a sus representantes en el gobierno, lo que se está haciendo por mantener el aire limpio en nuestras ciudades, porque tal y como van las cosas, se trata de una cuestión de vida o muerte.

Cleidy Tabete 

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